Ariadna Gil no es ni de lejos Kim Novak
Me comentaba Pablo por teléfono que durante la charla-conferencia que daba Woody Allen este sábado pasado en Oviedo, Jose Luis Garci, que hacía las veces de entrevistador, le preguntó en un momento a éste si conocía la obra de Carl T. Dreyer. Es una de esas típicas preguntas cuya formulación por parte del entrevistador, es considerablemente superior a la previsible respuesta del entrevistado y que solo viene a demostrar una cosa: las ganas del entrevistador de hacer notar sus conocimientos o nivel académico, a pavonearse en definitiva. Dicho de otro modo, la única razón que se me ocurre por la cual Garci pudo a preguntar a Woody Allen si conocía a Dreyer, es demostrarle a Allen que Garci conoce a Dreyer. Un galimatías, ya. Me hubiera gustado acercarme a Oviedo y escuchar a Allen. Algo así le ocurre a Mariano Barroso con su última película, la muy fallida "Hormigas en la boca". Barroso, que me parece un director excelente, trata de hacernos ver la cantidad de cine negro que ha mamado. Lo hace en demasiadas ocasiones a lo largo de los noventa minutos de película, pero lamentablemente para Barroso, Ariadna Gil no es ni de lejos Kim Novak. Barroso debería saber esto de antemano, antes de desenterrar a sus muertos. Se evitaría de este modo, bordear los abismos del ridículo, que sobrepasa con creces en otros momentos. Desde el afiche de la película se nos presenta como "Un clásico del cine negro de Mariano Barroso", valiente temeridad para una película que carece del carisma de los clásicos y el encanto de la serie B (y pienso entonces en el Samuel Fuller de "Manos sucias" o el H. G. Lewis de "Guncrazy" por poner dos ejemplos que se me vienen a la cabeza de golpe aunque poco tengan que ver con la peli de Barroso). Barroso, que rueda con cierto oficio, aunque distante de la fuerza exhibida en "Los lobos de Washington" o la intensidad dramática de "Extasis", ejecuta con esforzada precisión (encuadres muy geométricos, movimientos de cámara muy narrativos) una historia con demasiadas brechas abiertas. Falta sudor y noche y moratones y cadáveres, claro. Después de todo, lo de Barroso no va a ser el mismo mal que le achacaba a Garci al principio de este blog. Puede que después de todo, Barroso no intente demostrarnos nada, puede que simplemente Barroso no haya visto "Pick Up in South Street".
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