5 por defecto

Las críticas que he podido leer a propósito del estreno de "La última primavera", coinciden todas en resaltar los talentos de sus dos protagonistas, M Judi Dech y Maggie Smith. Son en general críticas positivas, aunque ninguna de ellas apasionada. No entiendo este tipo de críticas que no sirven absolutamente para nada. En El Pais este viernes le dedican media página, cerca de las necrológicas, pero Torreiro no dice nada que no te diga ya el afiche de la película. Una crítica debe ser una crítica buena o una crítica mala. Una crítica que te enganche, te lleve a la sala y te emocione. Una crítica que te machaque, te saque los colores, te aleje de Sandra Bullock para siempre. Cuando alguna vez he tenido que puntuar algo en mi vida, siempre he sido uno de esos extremistas que lo hace con un diez o con un cero. Un uno o un dos también sirven, pero un nuevo no. "La última primavera" es una de esas odiosas películas con un cinco. Un cinco por defecto. Porque la verdad es que la película no es mala. Está muy bien interpretada (y cuando digo esto no caigo en una frase hecha, quiero decir exactamente eso: que Judi Dech está soberbia interpretando a esa especie de fantasma que de puntillas acaricia la nuca del adolescente polaco que se cuela en su cuarto de invitados) y Charles Dance, a pesar de ser un actor mediocre, dirige con una agradecida asepsia emocional que lo convierte en el hombre invisible. Por otro lado, la película también es algo encorsetada, definitivamente pasada de moda y absurdamente folletinesca. Traicionándome una vez mas, vamos a darle un cinco, aunque evidentemente, las películas que perduran siempre son aquellas películas con diez y con cero, de las que siempre mas se hablará.

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