¿Adaptación, Remake o Chapuza?

En la industria del cine siempre se han hecho remakes, este concepto no es algo nuevo para nosotros. Digamos que son revisiones de películas antiguas que reproducen trama, personajes y ambientación, adaptada a la actualidad de cada momento. Puede tratarse de una revisión literal, o una revisión con una nueva aportación por parte del director.

Pero cuidado, ¿hablamos de remakes o de nuevas adaptaciones de novelas, obras o ensayos? Aquí entramos en un terreno peliagudo, y es que esta línea es muy fina. Hemos de suponer que cuando se vuelve ha hacer una película ya rodada, pero existe el precedente literario, estamos hablando de una nueva adaptación, y no un remake.

Evidentemente estas películas tienen muchos puntos en común, pero es notable el cambio de época y de modo de pensar. Se hace patente por ejemplo en películas como Mujercitas u Orgullo y Prejuicio (las dos cuatro veces llevadas al cine). Las muchas versiones e interpretaciones del personaje inventado por Bram Stoker, las dos versiones de Lolita o las adaptaciones de Romeo y Julieta, entre otros muchos.

Después tenemos los remakes propiamente dichos, que en mi opinión (personalísima siempre), la mayoría de las veces son innecesarios. Por supuesto hay muy honrosas excepciones, algunas de las cuales mencionaré más tarde, pero bastantes menos de las que quisiéramos, porque, si una película es buena, ¿porqué hacer una revisión?

El último remake del que tengo noticia es de la nueva versión americana de la excelente Déjame entrar, de Tomas Alfredson. ¿Por qué este afán por americanizar un film? No sé si es porque hay muy poco material o información para crear nuevas tramas o porque no entienden la película si no está hecha a “su manera”. Normalmente se suelen hacer remakes de películas antiguas (pongamos hasta la década de los 80) para que las nuevas generaciones, que son las que más acuden a los cines, puedan descubrir films que de otro modo no verían (aunque hacer revisiones como la de “Furia de Titanes” me parece un crimen para la humanidad). El déficit de ideas que sufre Hollywood en los últimos 10-15 años es conocido y preocupante (sabemos que los buenos guionistas están en las series, que han recuperado el estatus y sello de calidad), pero de ahí a que hagan remakes de películas de hace dos días, que no necesitan ninguna revisión porque han conseguido publicidad suficiente como para que la gente acuda a verla al cine…no se si aportará algo nuevo. Déjame entrar se estrena este octubre en El Festival Internacional de Sitges. Tal vez sea una buena película, aunque innecesaria en mi opinión.

Es sólo uno de los muchos ejemplos de americanización del cine europeo, que en su gran mayoría no hace sino estropear la versión original. Y no hablemos de las versiones del cine asiático, ejemplos como The ring, La Maldición, The Eye o Dark Water. Pienso que las versiones americanas estan vacias, totalmente sacadas de contexto y sin el atractivo, la tensión, atmósfera y miedo sin violencia que consiguen las originales. Tienen bastante más gracia las películas Scary Movie que las imitan.

De todas maneras, el cine americano es lo tiene, que cuando consigue algo que tiene tirón, lo exprime hasta el aburrimiento, como está pasando con el cine de superhéroes; pero eso es otra historia.

Pero tranquilos, que hay excepciones que confirman la regla, y no todos los remakes son malos. Algunos ejemplos podrían ser La Invasión de los Ultracuerpos (1978) (y no quiero mencionar el 2º remake de Nicole Kidman i Daniel Craig, horrible) de Don Siegel, La mosca (1986) de David Cronenberg (corren rumores de que Nicolas Cage quiere volver ha hacer un remake…), La cosa (1982) de john Carpenter, 12 Monos (1996) (basada en el cortometraje francés La Jetée del ’62), Mentiras Arriesgadas (1994) de James Cameron, El Amanecer de los Muertos (2004) de Zak Zinder, 12 (2007) (remake de 12 Hombres sin Piedad del ‘57) o El Cabo del Miedo (1991).

Publicado por: Aitziber Abaurrea (La Calavera Rosa)