Y Fueron Felices Para Siempre

Aunque había jurado y perjurado que jamás la vería (o al menos, pagaría por verla), una noche de aburrimiento te puede llevar a hacer cualquier cosa (contactar con extraterrestres, morder a un perro, aprender a jugar a pocker), incluso a ver "Sexo En Nueva York: La Película". La certelera veraniega es lo suficientemente aciaga como para justificar mi decisión ante cualquier tribunal (no recuerdo verano tan pobre en años), de modo que ahí me planté, en una sala-nevera mas o menos poblada de treintañeras en el umbral de la cuarentena, filogays devotos y yo, con mis chanclas de H&M de 7 Euros, mis bermudas de mercadillo de 19 y una camiseta que robé a mi primo de sus bolsas de basura.

A diferencia de lo que piensa Manu, no hace falta (afortunadamente) haber visto ninguno de los ciento cuarenta mil episodios del referente catódico para entrar en el "fascinante" mundo de Carrie Bradshow, la protagonista de esta comedia romántica para lectoras de "La Revista de Ana Rosa". Los primeros minutos se encargan de ponerte al día, presentarte al cuarteto protagonista y definir sus roles. Todas son mujeres independientes, de éxito, (in) seguras de sí mismas y esforzadamente superficiales. Tienen superado el referente Bridget Jones y ante todas las cosas, adoran a Manolo Blahnik.

La excusa cinematográfica es el casamiento de la protagonista. Como un capítulo en prime time de "Yo Soy Bea", pero pasando por taquilla, sin embargo, la gramática es idéntica. La boda, como colofón del cuento de hadas, como plato fuerte de una película con Jennifer López, es uno de los elementos imprescindibles de todo relato romántico. El "Y fueron felices para siempre" es el eje fundamental de esta comedia deliberadamente desproporcionada (en su duración, en sus atributos y en sus planos detalle) que juega con el tópico del fairy-tale disneyano (hay referencias directas a "La Cenicienta" de Disney) pero que encuentra en la infelicidad cotidiana sus mejores momentos; cuando te quitas las sandalias de marca, prendes fuego al bolso de Louis Vutton y descubres que lo mandaste todo a la mierda justo cuando mas feliz eras, precisamente por intentar conseguir ese "felíz para siempre". A pesar de todo esto no hay que llevarse a engaño. Incluso el desencanto en "Sexo en Nueva York: La Película" tiene su complemento a la moda. Como una Barbie complementos Malibú. Es justamente su obligada necesidad de ser fiel al modelo catódico lo que coarta su esforzado dramatismo, impidiendo que los personajes evolucionen fuera del cliché al que se deben. Los fans, evidentemente, no se lo perdonarían y la película está realizada para que ellos pasen por taquilla. A la postre entonces, sus intentos por ofrecer un reverso adulto al folletín romántico tradicional fundacionado en el universo Meg Ryan, se desvanecen ante sus compromisos publicitarios y al salir de la película tienes la terrible, terrible, terrible sensación de haber deambulado como un zombie por un enorme centro comercial en el que no puedes entrar en ninguna de sus tiendas.

Comments

  1. Anonymous10:31 PM

    la peli es bastante entretenida mas que muchas de las porquerias que se estrenan en los cines. VIVA CHARLOTTE :)

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  2. Jajaja... entretenida no se si es la palabra, porque dura como diez mil horazas.Y ahora le toca a "Friends"... donde vamos a llegar!jajaja

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