La Soledad de King Kong

Seis días. Ese es el tiempo que ha estado en cartelera "King Kong" en los multicines donde trabajo. El domingo pasado, un solo espectador entraba en el último pase del día en la sala 1, con aforo para ciento ochenta personas. Supongo que los rugidos del gorila deben de sonar distintos ante una audiencia de cientos de personas que ante una sala vacía. Anoche lo comprobé. Fuera comenzaba a desatarse una de las tormentas de las que habían advertidos los meteorólogos de la tele y nadie se atrevió a entrar a la última sesión. Solo yo, a eso de las doce y algo, me metí en la sala. Kong estaba a punto de saltar el palco de butacas del Alhambra. Ni un alma entre las butacas. Pero Kong hacía su trabajo. La gente gritaba y huía despavorida, Ann Darrow buscaba el rastro de Kong y éste sembraba el pánico en el centro de Nueva York. Como siempre. Sin embargo, esta vez, nadie era testigo de eso. ¿Qué sentido tiene entonces hacer películas si nadie las ve?. ¿Qué sentido tiene querer hacer películas cuando su vida es tan efímera?. Treinta días después de su estreno mundial, a penas una veintena de personas han pasado por taquilla para ver "King Kong". Hace tan solo treinta días era la película mas esperada del año, portada de toda la prensa especializada, copaba las promociones televisivas, las hamburguesas del Burguer King regalaban miniaturas de la criatura y mi sobrino suspiraba por el videojuego de la película. Hoy, poco mas de un mes después de su lanzamiento la película está caducada. ¿Qué sentido tiene entonces dedicar tantos meses, gastar tanto dinero, publicitar tanto un estreno cuando un par de semanas después su puesto ya está ocupado por otro título?. Cada vez es mas efímera la vida de las películas. No solo por el top manta, las descargas indiscriminadas en la red o el efecto DVD. Es producto de una sociedad de consumo cada vez mas compulsiva que necesita constantemente de novedades para satisfacer su atrofiado gusto consumista. Un nuevo teléfono móvil. Un nuevo reproductor de mp3. Un nuevo coche con asientos de cuero.Un nuevo cepillo de dientes eléctrico.Un nuevo aparato de aire acondicionado.Un nuevo televisor con pantalla de plasma. Cada fin de semana se estrena una nueva película (en realidad a veces llegan a la decena de títulos) que empuja al estreno de la semana pasada a una sala de menor aforo hasta que la hace desaparecer irremediablemente. No importa que sea mejor o peor, simplemente, es nueva. "King Kong" era una película magnífica hace treinta días y lo sigue siendo hoy día y dentro de treinta años... pero no se porqué, los rugidos de Kong desde lo alto del Empire State suenan un poco mas desesperados, un poco mas dolorosos, un poco mas sordos, cuando los ruge ante una platea vacía.

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