James Stewart, Otra vez
En una secuencia de la divertida "Gracias Por Fumar", el protagonista, viéndose atrapado por una campaña de desprestigio se lamenta de no tener la oportunidad de defenderse como lo hubiera hecho James Stewart en sus tiempos. Es decir, de no tener la oportunidad de embaucar a una audiencia dispuesta. Definitivamente, son otros tiempos. Acontecimientos como la Guerra de Irak, las opas hostiles, el desempleo, el desemparo y la soledad nos ha hecho despertar. Hoy, James Stewart se moriría de hambre.
No piensa lo mismo Will Smith, que le vamos a hacer. Su personaje, protagonista de "En Busca de la Felicidad", todavía tiene la esperanza de que si se esfuerza lo suficiente, si es lo suficiente constante, si padece los sufrimientos adecuados, el sistema lo recompensará. Parte de un referente real, y eso siempre anima. Anima a llegar al final de la película por lo menos. Saber que a pesar de los malos ratos, los contínuos desahucios y demás calamidades vas a triunfar, es importante. Mas si sabes que al final de todo, vas a ser millonario. Porque al final, lo que importa, por mucho que se empeñara Jefferson Davis en remarcarlo en su carta de independencia (que cita constantemente Smith) no es la consecución de la felicidad, si no el número de ceros de tu cuenta corriente. El espectador puede entonces aguantar la odisea de Will Smith e hijo con mas tranquilidad. Son los ochenta y Smith lo pasa verdaderamente mal. LLega a la indigencia y en una secuencia conmovedora (que le ha valido la nominación a los Oscars como Mejor Actor), tienen que refugiarse en los servicios de una estación de metro porque no tienen otro sitio donde pasar la noche. La película esta construida sobre la voz en off de un narrador que desde su cómoda posición de triunfador rememora un pasado aterrador que sin embargo, le dió la fuerza suficiente como para afrontar su destino y salir adelante.
Es el sueño americano, no nos engañemos. James Stewart otra vez. Entonces, ¿por qué chirría una película como "En busca de la felicidad"?. ¿Acaso nos hemos vuelto tan insensibles al elemento humano como para ser juzgar y condenar las buenas intenciones de un producto como éste?. No se. Lo único que me llama la atención de la película de Gabrielle Muccino es que se cree sus propias tesis. Es decir, que dentro de lo que cabe, es un producto honesto. Te pone sobre aviso. Te dice que está basado en hechos reales. Ya lo sabes. Muccino además evita la estampa preciosista. Utiliza una fotografía grisácea y con grano, afea a Thandie Newton y desdibuja la estampa idílica de los ochenta. Will Smith está estupendo y llora con convicción. Si al final de la película sales de la sala con los ojos empañados y con ganas de mejorar tu vida, ya es algo, ¿no?.
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