Una secuencia exacta de "Antes del atardecer"

Hay algo en la última película de Richard Linklater que hace que sigas recordando momentos exactos tiempo después. En "Antes del atardecer" hay un momento en el que los dos protagonistas se echan en cara el no haberse presentado seis meses después de su despedida en Viena al reencuentro que habían planificado. Ella se excusa exponiendo razones contundentes, él se queda callado. Unos segundos después, ella y el espectador caemos en la cuenta de que él si se presentó. Ese desacierto, que terminará trastocando la vida de ambos (o al menos los nueve años que transcurirán hasta el nuevo encuentro) y que en realidad es el eje de toda la película, es tratado con tal sencillez y es expuesto de un modo tan natural que hace de esta formidable película una uténtica rareza dentro de un cine tan explícito y simplón como el que venimos sufriendo durante la última década. Con "Antes del amanecer" nos reencontramos con un cine realizado para espectadores adultos, construido sobre un guión inquebrantable a pesar de que exteriormente parezca producto de la improvisación. Un cine vitalista, experimental, alejado de los convencionalismos que nos remite a la Nouvelle Vague y en el que nos miramos con excitación e inquietud.

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