Narnia A Los Doce Años

Una de las condiciones que impuso Tolkien a sus herederos fue que jamás vendieran los derechos de su obra, "El Señor De Los Anillos", a Walth Disney. Tendría sus razones. C. S. Lewis, coetaneo y además amigo de Tolkien, podría haber entendido el porqué si hubiese vivido para ver lo que Disney ha hecho con su obra maestra, "Las Crónicas De Narnia". Pero vamos por partes porque, para empezar, a mí me ha gustado la película. Estamos ante dos obras muy diferentes, por muchos puntos que puedan coincidir, sobre todo en el aspecto naturalista. La ficción de Tolkien es desesperadamente oscura, mientras que la de Lewis está mas próxima al misticismo religioso. Lewis, mas cerca de las leyendas artúricas que Tolkien del Apocalipsis, describió a lo largo de siete libros (que es mas que probable que se conviertan en siete largometrajes con un metraje cada vez mas descontrolado) el itinerario de 4 hermanos humanos en el fantástico reino de Narnia. Un reino mágico, alternativo a la realidad de un mundo que sufría los estragos de la II Guerra Mundial y que parecía abocado a la autodestrucción, oculto en el interior de un viejo armario abandonado en un gran caserón inglés. De la adaptación que del primero de esos siete libros, "El León, La Bruja y El Armario", ha hecho Andrew Adamson para la Disney hay que destacar ante todo, la profunda influencia de lo que Peter Jackson entendió como Tolkien y plasmó en las imágenes de su famosa y taquillerísima trilogía, "El Señor de los Anillos". Adamson viene de vuelta y tanto él como cualquier director que se ponga al frente de un proyecto de envergadura semejante siempre tendrá como referente el trabajo de Jackson.Así las cosas, se produce un curioso efecto de retro-alimentación literaria y cinematográfica motivando un batiburrillo dramático algo desequilibrado. Adamson no ha podido disponer del metraje que hubiese querido para poder indagar un poco mas en cada uno de los personajes protagonistas. Se echa en falta un prólogo algo mas extenso que nos descubra los recovecos de esa mansión, los miedos de cada uno de los hermanos, la amenaza constante de las bombas que sobrevuelan Londres. Adamson entra enseguida en la acción y se esfuerza en resultar todo lo espectacular que se pueda, sin tener en cuenta de que lo mejor de Narnia, es su texto, al que debería haber prestado mas atención. Formalizadas las presentaciones, la película se convierte en una sucesión de secuencias de acción realizadas con distinta fortuna, mas preocupadas por la descripción aérea que por la intimidad de su fauna y de sus héroes. Adamson asume el carácter evidentemente mas infantil de la obra, en contraposición a la sombría adaptación de la obra de Tolkien y juega con los ementos dramáticos a su disposición sin rubor alguno. Sorprendente en su aparato visual (aunque sin deslumbrar) contiene, no obstante, verdaderos momentos de prefabricada emoción. Muy en especial aquellos que protagoniza la pequeña Lucy y el Fauno que la introduce en el fabuloso mundo de Narnia. Secuencias mucho mejor construidas que aquellas con el habitual despliegue de criaturas programadas por ordenador para actuar a su voluntad.


Estoy seguro que de haber visto esta película a los nueve o doce años, los peros serían muchísimos menos.

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