La Paradoja Manderlay
Lars Von Trier relata en "Manderlay" la atroz historia de un grupo de esclavos a principios del siglo XX. Lo son por voluntad propia y lo son con todas sus consecuencias: las vejaciones, los latigazos, la evidente falta de salario, el hambre y claro está, la libertad. La única vez que ejercieron su libertad fue cuando decidieron continuar siendo esclavos. A partir de esta demoledora y brutal paradoja, Von Trier construye la segunda parte de su trilogía sobre los Estados Unidos titulada "USA" en la que aborda con crudeza y bastante crueldad uno de los pilares de la sociedad americana, la libertad del individuo, evidenciando con su denuncia las cadenas que la intolerancia, el consumismo y también el analfabetismo cultural de sus habitantes les ponen los unos a los otros. Estados Unidos, como reflejo del mundo occidental, destapa también las cadenas a las que todos nos amarramos por conformismo, por cobardía o simplemente por miedo. El miedo que llevó a ese grupo de esclavos a reunciar a su libertad por temor a lo que pudiera venir. Frente a eso, poco puede hacer el personaje de Grace, confundida primero, esforzada después en hacerles comprender los beneficios de esa libertad a la que han renunciado y rendida finalmente ante los escandalosos descubrimientos que no revelaré en este post sin spoiler.
A la espera de lo que Grace pueda encontrar en "Washington", tercera y última parada de esta trilogía americana realizada por un hombre que nunca estuvo en América, "Manderlay" supone una interesante y provocativa ruptura dentro del estilo de la obra temática de la que forma parte, capaz de edificar paredes sobre la nada y ventanas desde las que contemplar aquello que nunca tendremos.
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