Como James Dean, A Miles De Kilómetros de Texas

Aunque parece mentira creo que hoy no se ha entregado ningún premio cinematográfico ni se han anunciado mas nominaciones lo que me deja un poco de espacio para escribir sobre la última película que he visto, "Jarhead: El Infierno Espera" de Sam Mendes. Curiosamente, a pesar de los premios conseguidos con sus dos primeros trabajos, "American Beauty" y la excelente "Camino a la Perdición", la crítica le ha dado la espalda a Mendes en su particular crítica al intervencionismo militar estadounidense en el desierto. "Jarhead" está ambientada en los meses previos a la primera Guerra del Golfo y describe el adiestramiento de un puñado de tarados metidos a marines por mil razones menos por vocación. Curiosamente el único que de verdad desea continuar en el cuerpo se ve forzado a abandonarlo por sus antecedentes. Jake Gyllenhal es el protagonista de este cruce entre "Full Metal Jacket" de Kubrick y "Tres Reyes" del gran David O. Russell y Jamie Foxx, hace las veces de instructor cabrón. La crítica yanqui ha cuestionado la veracidad del relato autobiográfico del soldado Anthony Swofford justo ahora que se han destapado los abusos y vejaciones realizadas por los soldados estadounidenses a presos y civiles irakies. La película de Mendes es muchísimo mas inocente, llegando a pecar de intrascendencia. Los ciento y pico días que los soldados pasan en el desierto, de fiesta en fiesta, jugando al golf, masturbándose o disparando al aire están envasados al vacio. No trascienden de la hermosa estampa que Roger Deakins,el director de fotografía, construye. Los personajes sin embargo están desdibujados y sus anhelos, sus temores y sus ansias de matar a su primer blanco resultan infantiles y ridículos. La ausencia y la necesidad de volver al hogar se ve matizada por tristes apuntes sentimentales que palidecen ante el poder evocador que unas simples manos tenían por ejemplo en "La Delgada Línea Roja", formidable retrato sobre la necesidad y lo idílico de un hogar al que nunca volverás, porque sencillamente, cuando vuelvas, no serás tú. Te habrás convertido en otra persona incapaz de reconocer lo que un día tuviste y has perdido. Swofford, claro está, también lo pierde todo aunque ya lo sabía antes de perderlo. Para ello, Mendes incluye un sonrojante pasaje en el autobús que lleva a los héroes de vuelta a casa después de no haber disparado ni un solo tiro. En ese momento, un ex-marine de Vietnan se sube por sorpresa al autobús y felicita a cada uno de los soldados hasta que finalmente, abatido, pide permiso para sentarse. Todos los soldados se miran en ese instante en el rostro demacrado y alcoholizado de ese viejo en el que todos se llegarán a convertir. Hasta entonces, vivirán unas vidas grisas y carente de emociones, añorando esos días en el desierto. Un desierto que en realidad, nunca abandonarán. Lástima que Mendes obvie sus intenciones y parezca poco interesado en un proyecto en el se siente ajeno. Ni sus personajes, ni sus emociones, mal retratadas y algo inócuas, consiguen conectar con el espectador, que tampoco saldrá precisamente deslumbrado por las secuencias de acción, nulas, en una película a la que le falta pulso y algo de verdad. Y es que, por muy subnormales que sean los marines de los Estados Unidos, nunca llegarían a jugar en pleno desierto, a 45 grados, con una pesada máscara anti-gas. A "Jarhead" le falta la fuerza del montaje de Kubrick, el tormento de Oliver Stone y la ácidez de O'Russell. Eso sí, tiene una de las secuencias mas espectaculares de los últimos años; una impresionante lluvia de petróleo, que lo deja todo sembrado de negro, los campos, las ropas, los rostros y las armas.Una estampa clara, muy clara de lo que verdaderamente han ido a defender. Como si fueran James Deam, los soldados emulan al mito en "Gigante" durante unos segundos, gritan eso de "Ahora soy rico, mas rico que tú!", pero unos minutos después, empapados del petróleo que no cesa de llover, comienzan a sentirse axfisiados, a años luz de ese rancho de Texas que levantó James Dean.