Improvisación (A propósito de Ray)

Julio Cortázar comenzó a darme las primeras nociones. Woody Allen también se ha esforzado, pero es complicado. En una jazz-sessión uno de los elementos imprescindibles es la improvisación. Alguien comienza tocando unas notas que poco a poco se van transformando en una melodía que rápidamente comienza a contagiar al resto de la banda, incitando a los coros y rebelándose como una obra viva durante un tiempo indefinido. Cuando esa obra se enlata en un disco, se somete a los arreglos de los productores y pase por el departamento de marketing, poco queda de aquel momento de revelación. Algo de esto, de lo bueno y de lo malo es lo que me he encontrado hoy viendo "Ray", biopic del mítico y difunto Ray Charles a manos del siempre almibarado Taylor Hackford. Ray Charles no se dedicó al jazz, eso sí, pero he querido utilizar el concepto de jam sessión para ejemplificar las dos partes bien diferenciales sobre las que sostenta la película. Por un lado están los números musicales, realmente sobresalientes, subrayados por la excelente fotografía de Pawel Edelman y potenciados por un montaje de una gran ritmicidad. Por otro, está la anécdota dramática que los hilvana y que recorre los infiernos del mundo de la drogadicción desde una perspectiva moralista y esencialmente didáctica. La primera parte tiene la fuerza del mejor sonido de Charles. Es deshinbida, desbordante y contagiosa. La segunda fluctúa entre el melodrama de sobremesa y el titular de sociedad. Es torpe, amanerada e infantil. Por eso, cuando hablamos de emociones y supongo que Antonio cuando a la salida del cine me comentó que "Ray" era una película con un sentimiento muy fuerte se refería a lo mismo que yo, las emociones, continúo, no son aquellas que pudiera provocar su elemental acercamiento al mundo de la droga o el proceso de reinserción social que lleva a la estrella a su particular final felíz, no. Las auténticas emociones son las que provoca asistir al nacimiento de una canción, como ese "What I'd say" que nace de los 20 minutos restantes de un concierto. Primero unas notas desordenadas al piano que poco a poco comienzan a dar forma a una melodía que se va acompañando rápidamente de un saxo, de los platillos, a la que llegan los coros y finalmente la locura. Es el mejor momento de la película.De esos que te emocionan hasta dentro, mientras no dejas de mover los pies en tu butaca.

Comments

  1. Anonymous6:48 PM

    Pasaba un momento por la red y paro para que sepas que te sigo leyendo.

    Un saludo,
    Ihara.

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  2. Siempre serás bienvenido y siempre serás parte de este espacio, estés presente con tus comentarios o en "off". Saber que andas por ahí, Ihara, hace que todo esto tenga mas sentido. Gracias!!!!

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