Al Modo Oskar Schindler

Me retracto de lo que escribí ayer. Comentaba un post mas abajo que nuestra cultura está tan condicionada por el lenguaje visual que pocas veces nos dejamos impresionar por las imágenes que desde el otro lado del televisor, nos brindan los distintos noticiarios. Ponía como ejemplo el incendio del edificio Windsor hace unas semanas, pero igualmente cuando las cámaras se acercan al tercer mundo, a las zonas arrasadas por el maramoto del Índico, por muy frívolo que parezca. Pero hay otras que no. Hoy, mientras esperaba para desmontar cinco películas me he metido a ver "Hotel Rwanda" en la sala 3. "Hotel Rwanda" está dirigida por Terry George y protagonizada por Don Cheadle, Sophie Okonedo, Nick Nolte y Joaquin Phoenix. A grandes rasgos, la película es ciertamente indignante. La indignación comienza por uno mismo. Durante los cien días que fueron desde abril a julio de 1994, ochocientos mil tutsis fueron asesinados a manos de sus vecinos hutus. Todos recordamos lo que estábamos haciendo el 11 de septiembre de 2001 cuando dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas de Nueva York. Yo, particularmente, no tengo ni idea de donde estaba entre abril y julio de 2004. Como yo, supongo que a muchas personas mas les ocurrirá lo mismo. En la película de Terry George lo dicen de un modo deliberadamente dramático: "Cuando vean las imágenes por televisión dirán: ¡Que pena! y luego seguirán con su cena". Me averguenza reconocer que no fue hasta hace poco menos de un año que me enteré de la matanza. Fue gracias a la publicación de "Una Temporada de Machetes" de Jean Hatzfeld. El libro recoge los testimonios de un buen puñado de los participantes en el genocidio que desde sus celdas relatan con absoluta frialdad los hechos. Unos hechos que deja entrever "Hotel Rwanda" pero a los que no se enfrenta. A través de la figura real de Paul Rusesabagina, el guión de Terry George y Keir Pearson incide en la importancia de la labor de una sola persona capaz de salvar todo un mundo, al modo de Oskar Schindler. Rusesabagina consiguió salvar a mas de mil tutsis, incluida su esposa e hijos. A la película le cuesta salir de los muros del lujoso hotel dónde trabaja el héroe. Le cuesta salir al exterior y mirar y cuando lo hace, es de noche, en un amanecer envuelto en niebla. La pulcritud con la que relata los hechos y los convencionalismos dramáticos de los que se sirve para hacerlo terminan provocando al espectador, conocedor de que es mas que lo se pierde que lo que ve. La opción de Terry George para aproximarse a la tragedia es tan válida como cualquier otra pero a veces, utilizar una melodía empalagosa con voces de niños no es el mejor método para provocar la emoción. La emoción, el drama, viene dado por la realidad; tan reciente, tan cercana (y tan lejos al mismo tiempo). Para todos aquellos que quieran saber lo que pasó, les recomiendo de veras el libro de Hatzfeld; y lo que cuesta seguir cenando después.

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