Roma Argentina
Nos comentaba Fernando Pardo, montador de "Roma", la última película de Adolfo Aristaráin, que él no firmaba toda la película. Que era el montaje de Aristaráin. Nos comentaba esto en una de las primeras clases que nos dió hace mas o menos un año. Pardo, que en su primera clase nos había dicho a todos que el montador era esencialmente un técnico, no un artista, reinvidicaba no obstante los años de oficio. Algo debe saber sobre ritmo, planos. Y es que una cosa es escribir una película con palabras y otra muy distinta, hacerlo con imágenes. "Roma", que dura cerca de los 155 minutos, te acerca con peligrosa facilidad al relato literario, pero siempre es salvado en el último momento por Roma. La luz de Alcaine es otro elemento imprescindible a la hora de salvar las distancias. Marca los espacios, haciéndolos narrativos. Luego están los actores. Trabajando en las clases de Pardo pude acceder a parte del material filmado por Aristarain, un auténtico privilegio, y poder comprobar como trabaja el director argentino. Aristarain tiene un método infalible y que no muchos directores pueden permitirse: darle a cada actor su secuencia, su plano. Aunque no diga ni una sola palabra y solo quiera captar su mirada. Hay en "Roma" muchas miradas, muchas caricias; las que se cruzan madre e hijo a lo largo de un largo trecho de historia. Miradas que construyen la esencia de Roma, capital de la Argentina. Al menos, de la Argentina que se recuerda una y otra vez y a la que se acude, desde la orilla del río que es a fin de cuentas la memoria.
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