Zohan Y Los Chistes de Gila
"Antes del 11-S habría preguntado por qué, pero ahora..." - Es una frase de "American Dad", la irreverente serie con la que Seth MacFarlane completa su particular visión de la sociedad americana iniciada sobre la fundacional "Padre de Familia". Un par de semanas después de los atentados del World Trade Center ya circulaban chistes de dudoso gusto por todas partes. En Estados Unidos han tardado siete años en afrontar el tema del terrorismo con humor. Aquí siempre tuvimos a Gila que desde un frente imaginario, teléfono en mano, intentaba describir el sinsentido de toda contienda: "La guerra tiene sus cosas buenas y sus cosas malas" y en Estados Unidos tienen a Adam Sandler. Vamos a marcar las diferencias. Sandler ha estrenado este verano "Zohan: Licencia Para Peinar", una comedia de tintes gruesos, algo escatológica y accesible para todas las audiencias. Antes que Sandler, MacFarlane desde su púlpito catódico o Trey Marker y Matt Stone, creadores de la serie "South Park" y el film de marionetas "Tean América" han arremetido con sarna sobre el tinglado terrorista. Hasta Leslie Nielsen tenía sus manos y sus menos con el Ayatolá en "Agárralo Como Puedas". El principal punto y a parte que marca "Zohan" es que la película de Sandler es una gran producción palomitera. No es una marcianada tipo "Postal" de Uwe Boll, ni una sátira a lo Michael Moore. No. "Zohan" es una producción de 90 millones de dólares, auspiciada por un gran estudio como Sony y protagonizada por una super estrella como Adam Sandler y, aunque los resultados en la taquilla no han sido los esperados, su estreno ha roto una serie de tabús dentro de Hollywood que abrirán con toda seguridad el camino a muchos otros. Sin ir mas lejos, Ben Stiller o Mike Myers.
Las armas de Sandler para provocar la carcajada no son precisamente una caja de sutilezas. La primera parte de la película, aquella que se desarrolla en Oriente Medio, es una brutal parodia sobre las claves que han convertido al cine de acción en un imposible escénico. A Jason Bourne me remito. Sin embargo, mientras que en las películas de Bourne y compañía el escenario no deja de ser nunca eso mismo, un set de rodaje exótico, en "Zohan" es el lugar donde viven sus protagonistas. No es una escala internacional en el itinerario del héroe de acción, es el escenario donde viven los padres del héroe, sus amigos, donde trabaja y donde compra su ropa interior. Este inesperado cambio geográfico implica una certera y divertida descripción de los hábitos cotidianos que inevitablemente entrarán en conflicto cuando Zohan finge su muerte y huye a Nueva York. Como Tarzán, Zohan se las entenderá para ocultar su condición de contra-terrorista del Mossad e intentará cumplir su sueño, ser estilista capilar. El choque cultural está servido y a través de él no solo se ridiculiza al sueño americano, también ilustra con convicción el conflicto palestino-israelí, la amenaza terrorista, la manipulación de los mass media y fija su objetivo en el verdadero terrorismo: la especulación inmobiliaria que esta arruinando a un país entero como Estados Unidos.
Vale. No estamos ante una comedia sofisticada, ni mucho menos ante una buena película. Su ritmo es renqueante, su humor muy descafeinado, su discurso para parvularios pero carece de prejuicios y eso la convierte en una comedia lo suficientemente desmadrada como para que Gila pudiera hacer uno de sus chistes sobre la guerra.
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