Ser El Malo De La Película
A veces no hace falta que el verdugo deslice la guillotina sobre el reo para quitarle la vida. A veces, es el propio condenado el que hace el trabajo del verdugo quitándose la vida él mismo. No hay nada mas atroz que tener que sacrificar tu propia vida para poder seguir manteniendo intacta la esperanza. Todo lo que Florian Henckel von Donnersmarck relata en su brillante ópera prima, "La Vida De Los Otros", no pasó hace tanto tiempo. En 1985 yo tenía diez años.
La noche del jueves 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín, 28 años después de haberse construido, dividiendo a Europa y el mundo. El muro de la verguenza como fue bautizado por la prensa occidental, tenía una longitud de 155 kilómetros, 3,6 metros de altura y fue construido con hormigón armado, convenientemente protegido por una valla de tela metálica, cables de alarma, distintas trincheras para evitar el pase de los vehículos y una cerca de alambre de púas. Se calcula que mas de 230 personas murieron intentando cruzarlo. Unas cinco mil lo hicieron con éxito, pero durante casi treinta años, millones de alemanes vivieron cercados, no solo físicamente, también intelectual y moralmente. En ese foco de "resistencia", centra Donnersmarck su relato. A diferencia de otras películas ocupadas en detallar el idealismo de los miembros activos de esa resistencia (ya sea en este u otro periodo histórico), "La Vida De Los Otros" lo hace, pero desde la perspectiva de uno de sus ejecutores dimensionando de forma extraordinaria su discurso y ofreciéndonos una perspectiva absolutamente novedosa de lo que significa estar "al otro lado". De ser el malo de la película.
La noche del jueves 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín, 28 años después de haberse construido, dividiendo a Europa y el mundo. El muro de la verguenza como fue bautizado por la prensa occidental, tenía una longitud de 155 kilómetros, 3,6 metros de altura y fue construido con hormigón armado, convenientemente protegido por una valla de tela metálica, cables de alarma, distintas trincheras para evitar el pase de los vehículos y una cerca de alambre de púas. Se calcula que mas de 230 personas murieron intentando cruzarlo. Unas cinco mil lo hicieron con éxito, pero durante casi treinta años, millones de alemanes vivieron cercados, no solo físicamente, también intelectual y moralmente. En ese foco de "resistencia", centra Donnersmarck su relato. A diferencia de otras películas ocupadas en detallar el idealismo de los miembros activos de esa resistencia (ya sea en este u otro periodo histórico), "La Vida De Los Otros" lo hace, pero desde la perspectiva de uno de sus ejecutores dimensionando de forma extraordinaria su discurso y ofreciéndonos una perspectiva absolutamente novedosa de lo que significa estar "al otro lado". De ser el malo de la película.
Aunque evidentemente hay malos y buenos, Donnersmarck se muestra mucho mas interesado en mostrar el proceso de transformación del villano de la película, un agente experto en interrogatorios y encargado de las escuchas con las que el gobierno controla a insurgentes, terroristas y artistas en desacuerdo, que en jugar con los roles tradiciones. De este modo, y a partir de un exhaustivo proceso de voyeurismo mediante el cual el agente Weisler (enorme Ulrich Muehe) se va identificando con cada pequeño detalle de la vida cotidiana de su sospechoso, un escritor de renombre, casado con la primera actriz del país y sospechoso de actividades ilícitas contra su gobierno, asistimos a la gradual transformación del protagonista, redefiniendo su personaje y esbozando también la idea de ese muro que te separa del resto del mundo. Donnersmarck dota su relato de distintos elementos, aparentemente intrascendentes (un regalo de cumpleaños, una partitura para piano, una simple huella dactilar) que configuran el día a día de la pareja protagonista y que se revelan como poderosos iconos narrativos en tanto son observados, anotados, enumerados y finalmente archivados en los distintos tomos que relatan y describen sus vidas. A este respecto es especialmente emocionante la secuencia en la que Weisler, rompiendo todas las normas, entra en la casa del escritor y recorre el escenario de la obra que él mismo esta redactando con sus informes, reconociendo cada uno de esos objetos como parte de una realidad de la que no podrá formar parte jamás. Aún así, Weisler todavía es capaz de transgredir esa barrera infranqueable que separa al autor de su obra, que separa la ficción que vemos proyectada en una pantalla y los espectadores que la contemplamos sentados en nuestras butacas, robando uno de esos objetos deslumbrantes; un libro de Brecht, prohibido por el gobierno para el que trabaja.
Hablaba al principio del suicidio como arma eficaz, en tiempos de conflicto, para mantener la esperanza y es que "La Vida de los Otros" habla sobre todo de aquellos que quedaron, que fueron silenciados, no ante un paredón sino ante la memoria de un pais entero. Miles de personas fueron fichadas, encarceladas, interrogadas e investigadas con total impunidad durante los treinta años que Alemania estuvo incomunicada con el mundo entero. En 1977 la RDA dejó de redactar las estadísticas de suicidio del país. Hungría siempre fue desde entonces el país con mayor número de suicidios.
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