La Incómoda Verdad De Al Gore
Desde la excelente campaña de promoción del largometraje documental "Una Verdad Incómoda" nos alertaban de que ésta era, de lejos, la película mas terrorífica que íbamos a ver nunca. Curiosamente, después de verla me doy cuenta de que no se referían al documental en sí (a pesar de que la figura de Al Gore da un poco de miedo), si no a la película de nuestra propia vida. Porque la lectura que tanto el director David Guggenhein como su protagonista y gestor, Al Gore se esfuerzan en transmitirnos es que todos somos protagonistas de una situación de máximo riesgo con la que convivimos ajenamente, día a día. Para hacérnoslo entender, Al Gore se convierte en un improvisado profesor que alecciona a sus alumnos con todo tiempo de datos, conclusiones y ejemplos con los que escenificar mejor el terrible problema del calentamiento global que sufre nuestro planeta desde hace poco mas de un siglo. El espíritu de todo el documental y de las conferencias en las que se basa y con las que Gore se ha recorrido un buen trozo del globo terráqueo es inminentemente didáctico, es decir, la idea fundamental es hacer que los espectadores y los asistentes a las charlas salieran de la sala con una inequívoca sensación de malestar. Gore nos dice que todos somos un poco culpables del problema, pero también nos dice que al ser parte de ese problema, también está en nosotros solucionarlo. Distinto es cuando Gore arremete contra el gobierno de George Bush y retiera que ante todo, estamos ante una cuestión política. Sobre estos dos pilares, denuncia política/social y una completísima exposición científica, se basa el discurso del Gore profesor, que pretende por un lado concienciar a su alumnado y por otro, saldar cuentas con la administración que le dejó al borde de la presidencia de los Estados Unidos.
A los que la figura de Al Gore les produzca un rechazo innato, no hay modo de recomendarles una película en la que su presencia es omnipresente y en la que hace las veces de profesor, presidente, párroco, pero sobre todo, de maestro circense. Y es que hay mucho de circo y de puesta en escena en este documental que combina sin rubor el anecdotario sentimental y patriótico de una figura tan poco interesante como la de Al Gore con un pormenorizado pero al mismo tiempo elemental repaso a un problema de absoluta prioridad como el que trata la película. Al margen del contenido y su mensaje absolutamente necesario, habría por último que comentar la escasa calidad del documental como producto cinematográfico, construido con un pulso dramático (potenciado por un montaje excesivamente lineal y una banda excesivamente melodramática)raquítico y que lo coloca mas próximo al terreno televisivo sensacionalista (en la línea de Michael Moore pero menos incendiario) que al documental científico. Supongo a la hora de hacer concesiones, siempre primará el entretenimiento por encima del frio y distante hecho científico o quizás, simplemente prime el espíritu didáctico por encima del prestigio del erudito.
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