Ratzinger No Es Billy Wilder
Si en realidad Dios fuera Billy Wilder como aseguró Fernando Trueba al recoger el Oscar por "Belle Epoque", el mundo en general sería un lugar mejor. A Dios le falta sentido del humor y el alemán Ratzinger, elegido sucesor del Papa Juan Pablo II y nuevo emisor de Cristo en la Tierra es la peor muestra de ello. Al mundo en general le faltan mejores comedias. Autores capaces de realizar obras que de algún modo nos hagan (o al menos nos hagan sentir) mejores. Las dos últimas comedias que he visto comparten nacionalidad, estadounidense, e idénticos planteamientos. Son dos mediocres ejercicios de mercadotecnica al servicio de dos estrellas mediáticas que en uno de los casos, incluso se autoproduce su propio vehículo de exhibición. Hablo de "Hitch: Especialista en ligues" de Andy Tennat y "Miss Agente Especial 2: Armada y Fabulosa". Dos nuevas muestras del estado comatoso de la comedia americana, muertos Lubitch, Wilder, Tatí y con Stanley Donen en cuidados intensivos y Woody Allen en rehabilitación. Las dos películas de las que hablaba comparten la premisa de unos protagonistas que aparentan saberlo todo para al final de sus aventuras descubrir que estaban absolutamente equivocados en sus planteamientos. Al final de sus respectivas aventuras, Alex Hitch descubrirá que el amor es algo imprevisible ajeno a cualquier regla preestablecida y la agente del FBI Gracie Hart comprenderá a regañadientes el tan manido: la belleza está en el interior. Las dos responden al modelo tradicional y nunca se escapan del arquetipo a seguir, incluido el happy end. Justo lo contrario que predican Wes Anderson, Charlie Kaufamn o Alexander Payne, nuevos popes terribles del estandar americano. Un estandar que evita las sorpresas, incapaz de ofrecer algo nuevo y temeroso al fracaso. No me canso de decírselo a Enrique, el portero de los cines: la gente quiere ver siempre la misma película. Quiere ver a la chica llevarse al chico, en la mayoría de las ocasiones. Los espectadores pagan su entrada para ver algo que saben de antemano como va a terminar. Prescinden en la medida de lo posible de la sorpresa y de lo novedoso para ver secuelas interminables, remakes imposibles y adaptaciones de una eterna, misma novela de aventuras. Desde hace casi treinta años se vienen haciendo las mismas películas, una y otra vez. Acudiendo siempre a los mismos modelos, a la resurrección de los géneros y al antihéroe por antonomasia.
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