Habana Blues Por Sms
A las nueve y treinta minutos de la noche, sólo tres personas habían entrado en el cine. Dos tipos vestidos con ropas de trabajo se atrevieron a ver "Miss Agente Especial 2: Armada y Fabulosa". Una chica, bastante atractiva por cierto, se metió en la sala 1, donde estamos pasando "Habana Blues", la nueva película de Benito Zambrano. Los lunes son siempre días así y aunque a veces hay lunes deslumbrantes, por lo general, suelen coincidir con la definición y el estado oficial de las cosas. Así, hemos pasado la tarde dibujando coches imposibles, escuchando una y otra vez el mismo cd, teorizando nuestro inmediato futuro e idealizando uno mejor, riéndonos de Gyrma, nuestra taquillera, capaz de dormir y masticar chicle al mismo tiempo, o embadurnándonos con el Petit-Suise de Alejandro. Las cosas se enderezaron en el último pase gracias a "Hitch: Especialista en Ligues", una comedia convencional y algo vulgar sobre las diatribas del amor protagonizada por Will Smith y "El Escondite", tramposa y delirante cinta de suspense a costa de un inmutable Robert De Niro y una insoportable niña prodigio llamada Dakota Fanning. Aprovechando el síndrome del lunes, relajé mis ocupaciones y, delegando en Enrique, el fiel portero de los cines, toda responsabilidad, me metí a ver "Habana Blues" en una sala completamente vacía. La película cuesta, primero creérsela, luego, digerirla. Benito Zambrano ya demostró en "Solas" que es capaz de provocar las mas profundas emociones con solo una imagen, como aquella ventana que no daba a ningún lugar, tapada con cemento y ladrillos. En "Habana Blues", a pesar de no ser ni mucho menos una película brillante, de responder al estereotipo del género, en este caso el musical de un puñado de músicos que quieren triunfar y salir del arroyo, y permitirse el lujo de caer en todos los tópicos que le da la gana, tiene dos o tres momentos de esos que te arrancan algo de dentro. Una emoción sincera y sin coartadas. Mucho tiene que ver en ello la manipulación dramática de los distintos resortes de los que dispone Zambrano, muy en especial, la música. Y es que "Habana Blues" te habla de amistad, de esperanzas, de sueños, anhelos y otras utopias con ingenuidad, aunque curiosamente consigue los momentos mas emotivos cuando en ese impecable discurso, se adivinan los ecos de la soledad, la nostalgia, la necesidad y sobre todo, la distancia; aquella que te aleja del amigo, de la chica en cuestión, de la playa en calma de tu vida. Por todo ello, al salir de la Habana de Benito Zambrano lo haces tarareando las "Arenas de la Soledad" del número final y lo haces con la impresión de que, a pesar de que evidentemente la Cuba de la que hablan en realidad no existe, cada uno tiene en el fondo esa patria chica a la que mirar y en la que refugiarse. Quizá por todo ello, esta noche, a eso de las tres de la mañana, me he sorprendido a mí mismo enviando un SMS a un viejo amigo del que hace ya varios meses que no se nada de él, con la esperanza de encontrar en su mensaje de vuelta, algo de lo perdido en todo este tiempo, algo de la soledad que a ratos, te engancha frente a una pantalla en blanco o una canción tonta, por ejemplo.
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