Retrospectiva: El Resplandor (1980)
La obra maestra del terror psicológico,
una joya para la posteridad que sigue tan fresca y vibrante como el primer día.
Basada en la
obra homónima de Stephen King, el filme cuenta la historia de Jack Torrence, un
escritor que acepta el trabajo de encargado del cuidado de un hotel de montaña
durante la temporada baja, pasará cinco meses aislado con su familia: su mujer
Wendy y su misterioso hijo Danny, quien tiene algún tipo de poderes
telepáticos. Durante dos horas y media veremos cómo le afectan a Jack los
terribles acontecimientos que pasaron en ese hotel diez años antes, cuando su
predecesor mató a toda su familia a hachazos tras perder la cabeza.
Es difícil
imaginar un plano de El Resplandor que no sea bello y memorable, algo recurrente
en la filmografía de Kubrick, encuadres dignos de un museo, perfectamente
equilibrados y medidos para dar la información precisa y necesaria de la
relación de los personajes con el escenario que los rodea. La composición de
los planos con respecto al punto de fuga de una sensación de perfección y de
control constante.
Si algo ha
dejado para la posteridad El Resplandor son los abundantes travellings, todos
ellos ejecutados de forma magistral y con gran peso narrativo. Más allá de ser
una simple decisión estética, los travellings de seguimiento de Kubrick nos
permiten situar espacialmente a los personajes en su contexto, transmiten la
sensación laberíntica recurrente en la película y hacen partícipe al espectador
de la grandiosidad del hotel abandonado. El hecho de estar grabados mediante la
steady cam (diseñada y adaptada para la película por Garret Brown) da una
sensación de libertad de movimiento, hacen que las secuencias sean orgánicas,
vivas; hecho que no sucedería grabando sobre raíles.
En cuanto al peso
narrativo que tiene este recurso en la película cabe mencionar la gran cantidad
de travellings de aproximación a los personajes; todos ellos denotan los
profundos desequilibrios psicológicos por los que pasan a medida que avanza la película
como si el director quisiera meternos en la mente de cada uno de ellos para
asomarnos a su aterrador abismo.
El Resplandor
es una verdadera obra de arte, una pieza ineludible de la historia del cine que
no se ve afectada por el paso del tiempo y que sigue fascinando por su
narrativa y su ejecución.
Publicado por Carlos Hidalgo
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