Desmitificando A Eastwood

A sus 74 años, con un par de Oscars y el prestigio de una carrera impecable, Clint Eastwood se enfrentó a la negativa de Warner Bros para distribuir "Million Dollar Baby". Eastwood, que hasta entonces había sacado al mercado todos sus trabajos a través de Warner, llegó a un acuerdo para la distribución doméstica con ésta y sacó a subasta las ventas internacionales de su película. En España, fue la siempre avispada Filmax la que se quedó con la explotación. Al parecer, los linces del departamento de mercado de Warner debieron pensar que la historia de un ex-boxeador en el ocaso de su vida que entrena a una camarera y que encima termina justificando la eutanasia era demasiado para el gran público. Sin embargo, a veces el público es capaz de decidir por sí mismo la película que quiere ver el fin de semana y "Million Dollar Baby" se convirtió en un gran éxito, además de conseguir el Oscar a la Mejor Película del año. Curiosidades.
En esa posición, Clint Eastwood pudo hacer lo que quisiera y a sus 76 años Eastwood estrena "Banderas De Nuestros Padres", primera parte de un díptico sobre la batalla de Iwo Jima, abordada desde las dos trincheras, la de los estadounidenses y la de los japoneses.


Al margen de la contienda bélica, puntualizada en una serie de efectivos flash-backs de la batalla realizados con la espectacularidad esperada, Eastwood fija su discurso en una trinchera bien distinta, la trinchera de la moralidad.
Hay una fotografía. En ella vemos como un grupo de soldados levantan la bandera americana en la cima de Iwo Jima. Un gesto inesperado, en el quinto día de una batalla que se prolongaría treinta días mas y que sin embargo fue vendida por el gobierno como la instantánea de la victoria. Si lo ves, es que es cierto. A partir de este acontecimiento, Eastwood construye una sutil y efectiva metáfora sobre el poder de una imagen y la manipulación que de ésta se puede hacer para conseguir unos determinados objetivos. El objetivo del gobierno americano de entonces era vender mas bonos de guerra para poder sufragar los gastos de una contienda que le estaba llevando el pais a la ruina. Hoy día, el poder de la imagen es incuestionable. Esta presente en cada aspecto de nuestras vidas. Somos bombardeados constantemente por imágenes que determinan nuestros gustos, nuestra ideología y nuestro pensamiento. En este contexto, el trabajo de Eastwood se perfila como un interesantísimo alegato moral, en el que se disecciona el papel del héroe, como producto prefabricado para sacudir conciencias y conseguir el apoyo necesario de la sociedad para continuar los empeños (bélicos,comerciales,personales) de un gobierno. No extraña pues que con esta base la película haya sido un considerable fracaso económico en un país como Estados Unidos, sacudido aún por el conflicto de Irak y en el que el poder de la imagen lo es todo.


En el cuestionario técnico Eastwood vuelve a demostrar una estupenda salud fílmica. Si bien sus secuencias bélicas son un tanto hereditarias del estilo creado por Janusz Kaminski para el desembarco de Normandía de "Salvar al soldado Ryan", Eastwood sabe recorrer las trincheras, sabe extraer vestigios de pureza en la mirada de sus soldados y sabe en todo momento lo que quiere y lo que no quiere mostrar. Eastwood, a fin de cuentas, siempre ha hecho lo que ha querido, con o sin Oscars, con mas o menos prestigio. Por eso, cuando afronta la desmitificación de un icono patriótico como fue la fotografía de Iwo Jima y la figura misma del héroe, lo hace con la convicción de estar contando algo realmente muy personal. Algo, que de algún modo, le hace implicarse como cineasta y como persona. Como si al mismo tiempo que desvela los hilos del montaje que hubo alrededor de esa fotografía y su posterior campaña, estuviera también desvelando los hilos del héroe que el propio Eastwood encarnó una vez en el cine. Ya fuera en el desierto, o desenfundando una Magnun.

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