París no existe

Si Ventura Pons no vá a salvar al cine español, al menos disfrutaremos de él hasta que desaparezca irremediablemente. Hoy he tenido un día tranquilo y las máquinas me han dado un respiro. Tiempo suficiente para bajar a la sala 1 y ver "Entre vivir y soñar", la cuarta película ya del tandem Albacete & Menkes. Viendo la película me pregunto quién se puede atrever a financiar una comedia dulce sobre una cuarentona en crisis aunque en realidad lo que estoy pensando es quién es el culpable de que estos dos directores sigan en activo. Pienso en lo que le cuesta a Gonzalo Suárez levantar una película mientras que a directores con un corto en vídeo bajo el brazo le producen suicidios fílmicos arropados en suculentas subvenciones. La última película de Albacete & Menkes es peor que "Sobreviviré" pero mucho mejor que "Más que amor frenesí" y a años luz de "Atómica". No es mucho decir, la verdad. Carmen Maura asume toda la culpa y París hace el resto. Me refiero, claro está, al París del cine. Porque en realidad, París no existe. Las películas se han encargado de mostrar un París de postal, con colores chillones y terrazas atestadas de bohemios imposibles. Patrañas, evidentemente. El París que recorría frenéticamente Amelie Poulain, en el que moría la Satine de "Moulin Rouge", o sobre el que volaban Fernando Ramallo y Lucía Jimenez en "La Buena Vida" no es un París de verdad. Es cosa del cine. El París de verdad es aquel al que nunca llegaban los padres de Ramallo en la película de David Trueba antes mencionada. Como la América en la que nunca atracaba el barco mohoso que dirigía Gianni Amelio en "Lamerica". El París que se inventan Albacete & Menkes es el hermano pobre del que se inventaron un siglo atrás Vincent Minnelli y Gene Kelly en "Un Americano en París", salvando las inmensas distancias. Un París acartonado, como la propia película, que evidencia las transparencias y el forillo de postal. A ver quien se atreve ahora, a financiar el quinto suicidio de la pareja, ya no tan de moda.

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